domingo, 4 de febrero de 2024

Leyendo "Momentos estelares de la humanidad" de Stefan Zweig

 Esta obra, probablemente la más conocida de su autor, recoge los relatos de 14 instantes decisivos en la historia del mundo. Esta es la sinopsis que ofrece su editorial:



Éste es probablemente el libro más famoso de Stefan Zweig. En él lleva a su cima el arte de la miniatura histórica y literaria. Muy variados son los acontecimientos que reúne bajo el título de Momentos estelares: el ocaso del imperio de Oriente, en el que la caída de Constantinopla a manos de los turcos en 1453 adquiere su signo más visible; el nacimiento de El Mesías de Händel en 1741; la derrota de Napoleón en 1815; el indulto de Dostoievski momentos antes de su ejecución en 1849; el viaje de Lenin hacia Rusia en 1917… «Cada uno de estos momentos estelares—escribe Stefan Zweig con acierto—marca un rumbo durante décadas y siglos», de manera que podemos ver en ellos unos puntos clave de inflexión de la historia, que leemos en estas catorce miniaturas históricas con la fascinación que siempre nos produce Zweig.

(Fuente: https://www.acantilado.es/catalogo/momentos-estelares-de-la-humanidad

Algunas reseñas de la obra:

Miembros del Club:

-¿Veis alguna relación entre la vida del autor y los perfiles que traza de sus  personajes?

-¿Qué momento estelar os parece que fue más trascendente? ¿ por qué?

-¿Qué aspectos encontráis en común entre estas estampas?

3 comentarios:

  1. I. En los diversos retratos que componen 'Momentos estelares de la humanidad' se puede apreciar cómo la voluntad es capaz de doblegar lo que parece imposible —especialmente la de Robert F. Scott (1868-1912)—, alcanzando el logro anhelado, aunque eso les acabe haciendo pedazos a sus protagonistas; de manera paralela, en aquel febrero de 1943 de su ajetreada vida, el propio Zweig optó por el suicidio en Petrópolis. Unido a ello, en algunos casos —verbigracia, Cicerón (106-43) o Tolstói (1828-1910)—, la tensión en el fuero interno del hombre de espíritu cuando los acontecimientos le abocan a pasar a la acción. Asimismo, también puede verse cómo el autor austriaco les liga, incluso cuando se ubica en América, con la defensa de Europa —«Una y otra vez se repiten en la Historia estos momentos trágicos en los que, cuando sería necesario que la máxima centralización de todas las fuerzas unidas protegiera la cultura europea, los príncipes y los Estados no son capaces de reprimir ni por un momento sus pequeñas rivalidades» (pág. 55)— y con los propósitos caros a la humanidad, concluyendo en el último de ellos cómo ese sueño de «un mundo humanizado» (pág. 306) se quebraría. Tampoco podría pasarse por alto el espíritu poético, no sólo en lo expedicionario y en lo militar, sino también en lo literario, como muestran las páginas dedicadas a compositores y literatos. Todos ellos, en tensión con su época, en un mundo que se viene abajo, al igual que en aquella Europa de inicios del XX. De hecho, al propio Zweig se le podría aplicar lo escrito por él mismo sobre Cicerón: «Vivió y sufrió la historia de la época, la historia universal, como un testigo sin par» (pág. 13).

    II. En cuanto al momento más importante, podría ser la toma de Constantinopla, la derrota en Waterloo o la llegada de Lenin (1870-1924) a la estación de Finlandia aquel 3/16 de abril de 1917. Me inclinaría por este último, dadas las implicaciones que su vuelta tuvo meses después en Rusia, marcando el resto del siglo y la actualidad. Desembarco en la ciudad que, posteriormente, sería renombrada en honor al autor de '¿Qué hacer?'. Sin ir más lejos, en las páginas dedicadas a W. Wilson (1856-1924) también se puede apreciar (pág. 301) cómo la Revolución de Octubre determinó ya el devenir europeo pocos meses después.

    III. Como se acaba de indicar, en todas ellas, de un modo u otro, se aprecia cómo la voluntad de los protagonistas busca imponerse, independientemente de cuál sea su rol, las expectativas de su tiempo o si en último término lo logran, consiguiendo así vincular figuras tan diversas como la de Händel (1685-1759) o Lenin. Esa voluntad puede verse también desde la otra cara, no únicamente desde las grandes figuras de Mehmet II (1432-1481) o de Goethe (1749-1832), sino también en sujetos que no parecían predestinados a ello o, donde, precisamente, la vacilación en el momento decisivo condujo a la catástrofe, como el caso de Grouchy (1766-1847). Finalmente, la aproximación a prácticamente todos ellos como personajes que encarnaron los propósitos y los sentimientos compartidos por la humanidad y lograrían conectarla, desde el hallazgo del Pacífico, el telégrafo atravesando el Atlántico o los Puntos de Wilson.

    Fdo. Ángel VF.

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  2. Para mí todos estos momentos estelares tienen algo de crepuscular y de derrota, incluso los que hablan de victorias. Zweig lo escribe entre los años 20 y 30, una época convulsa en la historia de Europa, y parece atravesado por una cierta desesperanza. El último momento, el referido a Wilson, presagia la Segunda Guerra Mundial. Tal vez este y el de Lenin son para mí los más trascendentes, porque marcaron giros en la historia que fueron decisivos para millones de personas. Todas son emocionantes, e insisten en la propia idea que refleja el título: hay momentos en los que la voluntad de un solo individuo marca millones de destinos.

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  3. Quizá lo que una a todos estos "Momentos estelares" con la figura de Zweig sea, como ya previamente ha apuntado alguien por aquí, la identificación de algunas de las semblanzas aquí narradas con el sentimiento trágico que invadió al propio autor, su sensibilidad para hacernos partícipes, también a los lectores, de cada uno de esos momentos históricos como si hubiésemos estado allí mismo, presenciándolos también nosotros, y convirtiéndolo, así, en uno de los mejores narradores que escriben sobre las culturas y tensiones interculturales en la MittleEurope. Al igual que Joseph Roth, escritores, ambos, que vieron y vivieron el fin de una época y quedaron expuestos a un enorme vacío existencial. Como también le pasó a Cicerón, aunque a este lo liquidasen antes los esbirros de Marco Antonio... Y enlazo, con esto, con mi "momento estelar" favorito, quizá no por razones objetivas, sino más bien del todo subjetivas, puesto que recuerdo aquel segundo de Bachillerato en el que pasé muchas tardes (con sus noches) traduciendo al latín el Orator para preparar el certamen ciceroniano, horas en las que pude ir familiarizándome de cerca con ese gran orador y escritor que fue Cicerón y al que todavía debemos mucho en nuestro día a día. Leyendo el relato de Zweig me enternece, aún más si cabe, su figura y su triste final. La pluma de Zweig nunca defrauda y, tal vez, por eso a él le debamos ser uno de los pilares fundamentales de la literatura universal, aunque, muchas veces, relegado al olvido.

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